martes, 27 de marzo de 2018

Cicatrices

No me gustan mis cicatrices.
No, miento. Las detestaba. Aun las detesto un poco. Pero he ido aprendiendo con el paso de los días a aceptarlas de a momentos.
Las últimas cicatrices que me hice, fueron hace 10 días. Provocadas por un accidente de agua hirviendo, me marcan la piel en tonos rojos, morados, azules y ese tono violáceo que no llega a ser ningún color en específico. Aparte de sus colores Tan característicos, las formas que tienen son extrañas. Me recuerdan un poco al arte abstracto propia de las obras de Miró. Aunque en general el arte no debe doler y estas duelen. Quisiera profundizar respecto al dolor que aún tengo en la piel, esa quemazón propia que queda Justo bajo la epidermis y va hasta los huesos cada vez qué haces un mal movimiento y la herida se mueve más de lo debido. Pero al mismo tiempo se que si profundizo el dolor aparecerán los recuerdos de cómo fue al inicio y sinceramente es algo que no quiero recordar. El terror, el llorar en silencio... la soledad de atender tus heridas sola. Dolores no físicos pero no por ellos menos importantes, que hacen más daño incluso que la quemazón continúa. Pero así es la vida y las consecuencias de las decisiones que uno toma.
Pero, ya volviendo al tema que hablaba de las cicatrices. Estas cuentan una historia. Cómo pueden ver arriba, las últimas heridas que me hice fuerin producto de un accidente, pero cuentan una historia bastante mayor a solo “me Quemé  con agua hirviendo”. Y por eso mismo algunas cicatrices duelen. Unas arden incluso cuando ya no hay sangre corriendo por ellas y es por la magia propia de las historias. Y claro, quien no quiere eliminar alguna parte de su vida? Las cicatrices por gordura, por insatisfacción, por no ser mejor. Todas las cicatrices que te demuestran día a día que estás peleando por algo y que aunque generalmente ganas, hay días, como hoy en que las cicatrices traen refuerzos en los recuerdos, en el espejo y en el silencio.
Hoy me mire al espejo y solo vi cicatrices. No vi a la mujer, a la niña, a la amiga. Solo vi cicatrices y una mano que me permitiera escribir, porque pucha que cuesta hablar cuando nadie realmente te quiere entender cuando pides un poco de comprensión. Son realmente pocas las personas que pueden ponerse en tu lugar y acompañarte con comprensión. Porque el ser humano es egoísta, y cada palabra que se dice si suele ser considerada un ataque hacia la otra persona. Porque no existe el real entendimiento aunque existe lenguaje. Porque tú dices “tengo cicatrices” y te responden “las mías son peores y estás me las hiciste tú” en vez de guardar silencio y conseguir un abrazo.
Estamos llenos de cicatrices todos. Es claro. Pero a veces sería bueno ver las ajenas y preguntar la historia.