Creo que el café expreso que ahora consumo tiene que ver con la necesidad de amargura que me ancla al mundo.
Hay dias que me ahogo dentro de la nicotina, me abraza los pulmones y me susurra palabras de consuelo. El cigarro me recuerda quien soy y quien permite que mis manos no tiemblen. ¿soy una adicta? probablemente, pero no es un problema. No ahora. El humo del cigarro hace nubarrones en mi rostro como una máscara de reina gris, conjugando con mi nuevo cabello. Al mismo tiempo el humo embota y relaja mi mente y me hace pensar en frío. Me recuerda que la soledad es una amiga bienvenida cuando la decido yo. Dudo sinceramente que el cigarro me consuele en un ambito mayor, pero considero que a veces el humo me abraza con la calidez propia de una amiga de esas que te dicen "te lo dije" pero está ahí para ti dispuesta a recoger tus pedazos.