miércoles, 22 de mayo de 2019

Sonrisas

Desde que era chica, mi abuela me enseñó las normas de la cortesía (aunque ella les decía hipocresía). No puedo decir que no fue estricta, porque lo fue, pero eso permitió que al día de hoy ya sea capaz de hacerme valer en lo más básico de un encuentro formal no planeado y encuentros fortuitos no tan formales. Me pasa muchas veces que mientras estoy saludando a alguien desconocido en estos aspectos, recuerdo la voz de la abuela diciéndome hasta donde debo hacer la mueca de sonreír para no parecer déspota ni sin cerebro, y en qué circunstancia debo dar un beso en la mejilla (que solo es poner la cara, porque uno realmente no besas más que el aire), o solo dar un gesto amable con las manos. En general, gracias a estas normas, todos consideran que soy relativamente sociable y muy amable fuera de mi mirada de desprecio normal que en la primera impresión suele intimidar. (que conste, mi abuela insistió en que debía tenerla ya que así mantenía al "perraje" fuera de la órbita social).  Sin embargo existen un grupo de excepción a esta situación y son los niños. No hay forma humana en que yo le caiga bien a los niños. Y no hablo de recién nacidos, sino infantes con algo de capacidad para razonar y 2 neuronas que permiten la realización del pensamiento concreto - simple - curioso. En general se sienten intimidados y se suelen esconder en los brazos de sus padres, o adulto que no sea yo, más cercano. No diré que el sentimiento no es mutuo porque no me gustan, me caen mal y ya. Es una generalidad. Pero no negaré que hay niños mas inteligentes que otros y niños mucho más curiosos que otros, lo cual no siempre deja una buena impresión, con sus constantes "porqués". Bueno, la cosa es que hoy recordé una niña en particular de una persona cualesquiera. Son esos encuentros que no piensas hasta que pasa el tiempo. Esta niña en particular estaba jugando cuando me la presentaron y me ignoró. Sun embargo no dejó de mirarme durante las horas que pasaron. Yo lo encontré extraño por que la costumbre me lleva a considerar a los niños como parte de la decoración y visceverza pero no hice mayor alusión al hecho hasta que esta nena se acercó, me miró, y preguntó. " ¿Eres feliz o solo sonríes? ". Solo le sonreí mas grande, pero no le respondí nada. No sabía , ni supe responder. 



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