Herminia, amiga, escribo estas palabras para tratar de calmar la furia que atribula mi ser. No puedo dar razones ni mucho menos explicar cuando comenzó, pero la furia que nace de mi pecho viene arrasando cual brasas del infierno y me están quemando, me ahogan, me enturbian la visión y provocan que las alucinaciones se vuelvan reales cada vez un poco más. Me pican las manos cada vez con mayor frecuencia, mi necesidad por aventar cosas, por golpear algo, por sentir dolor y poder eliminar este desasosiego ígneo, controlarlo hasta solo dejar el suave caudal de temor al que estoy acostumbrada. Pero he sido traicionada por mi propia mente, mi propio silencio me abandonó y solo dejó esta montaña de ruidos y gritos varios. Me dejó esa pérdida en la frecuencia que suena a radio descompuesta y los susurros de mis demonios alrededor bailando.
Amiga, Herminia, no sé cuanto aguante, leí muchos libros sobre el no dormir, no hay estudios previos pero el cansancio toma su venganza cuando menos lo esperas y la variedad de su acción me dejó pensando en las terribles consecuencias que podrían suceder de tener un cuchillo en mano en el momento incorrecto.
Herminia, amiga, las voces volvieron fuerte, no me dejan en paz, me piden , me exigen , se burlan. Aprieto mis brazos para evitar mal usarlos, aprieto mis oídos para no escuchar, pero me siguen, me acarician y hasta siento que mi pelo se burla al acariciarme la piel cuando menos lo espero llenándome de sustos desafortunados. Ni siquiera cuando grito esos ruidos desaparecen, ni siquiera cuando corro logro deshacerme del murmullo, amiga, Herminia, creo que estoy sintiendo demasiado, se quebraron mis paredes, mi corazón retumba en los oídos entre las risas de la multitud abstracta.
Amiga, Herminia, Crees que la morfina ayudará al problema? Puedo soportar, pero que sucede si caigo? Que hago Herminia, que hago?!
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