jueves, 20 de julio de 2017

Necesidades.

Hola vieja amiga. ¿me extrañaste? 
Supongo que no. 
Siempre supiste que volvería a caer y a recurrir a ti. 
Solo tuviste que esperar. 
Te miro y veo el triunfo en tus filigramas. 
Me haces sentir como el hijo pródigo que vuelve después de mucho tiempo de rebeldía. 
Me rodeas en humo y ceniza de abrazos y besos no dados.
Y no sé por qué, pero siento que era lo que necesitaba. 
Jugué mucho tiempo con mi mente, evaluando si era necesario volver a ti. 
Más de una vez te tuve al lado, analizándote. 
Te mantuviste tranquila, esperando. Anticipando el resultado. 
Y claro, lo sabías. 
Pero fue extraño ¿sabes? 
Volverte a besar. Sentir la calidez invadir mis labios y mis pulmones cuando profundicé ese beso. 
Sentir como esa tranquilidad ajena me invadía y me dejaba ser, hasta volverme una con el humo. Dándome consuelo. 
Un consuelo que no sabía que necesitaba. 
Dejándome con fuerzas para un nuevo día. 
¿No quieres dejarme ir cierto?
Yo tampoco. Al menos no por ahora. 
Claro, no niego que en el fondo sé que me haces mal. 
(Recuerdas aquella vez que dije que la gente solo se indignaba con el suicidio espontáneo y no con lo que te mata de a poco?). 
Sé que la neblina en mi mente y la pesadez en mis pies es por tu causa. 
Pero sé también que hace mucho que mi corazón no latía tan acompasadamente. 


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