Y en esa habitación marcada en penumbras, la nena lloró. Y su única compañía era aquella lucecita que atenuaba la oscuridad y le recordaba que incluso en el peor de los tormentos, había esperanza. Que la oscuridad más absoluta se ve como inmensidad solo cuando hay luz. Y que en el fondo, en esta ciudad vacía, había silencios de horas, que las palabras sobraban pero que dependía de uno como considerarlo....
El tema es que en el fondo, siempre está sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario