Últimamente me he despertado con la boca salada de tantas lagrimas que se ahogan ahí. Puede que incluso en la noche me beba algunas, y no me refiero a las que despierto y veo, sino a aquellas que se cuelan entre los suspiros de mis sueños, donde el alma descompuesta que busca engrasar el engranaje roto. Y cuando ya despierta, uno las oculta, el maquillaje arde en los caminos ya segmentados hacia el mentón y la sonrisa no sube mas alla de los labios.
Ultimamente el suspiro se escapa y la sonrisa se guarda. Y la cama apetece a recuerdos.
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