miércoles, 7 de septiembre de 2016

Penumbras de lo que pudo ser...

Y ella camina feliz de la mano con él por las hermosas calles de aquel exótico país. Su piel blanca había conseguido algo de bronceado y su boca nunca dejaba el tono rojizo de tantos besos que le eran robados y que robaba para si misma. Y él sonreía sin parar, la tironeaba de aquí para allá como un niño mostrándole y enseñándole la cultura nueva, la diferencia de acentos, la diferencias culinarias. Entre beso y beso le enseña a disfrutar frutas que no conoce y ambos ríen cuando la colada se resbala de las manos por un tropiezo. Y de la nada viene la lluvia y ellos huyen a la cama que los recibe amorosa para soportar sus caricias, sus besos, mordiscos y afuera la lluvia arrecia en tormenta tropical y un rayo ilumina la habitación que provoca que se separen de improviso del susto...

Y ella despierta a muchos kilometros de distancia completamente sudada y llorando en amarga pena mientras ve a su alrededor que solo la acompaña el silencio. 

2 comentarios:

  1. Nunca, siempre estás acompañada, porque hay un ser, un ente extraño que lleva media luna de plata ligada con una cadena al corazón.

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