jueves, 8 de septiembre de 2016

Penumbras de un Accidente.

Ella cuelga de una flecha clavada en el muslo y una cadena enredada en su tobillo desde gran altura. Complicaba su situación el hecho que sangrara mucho. Lentamente pero sin parar la sangre subía desde dicha herida hacia su cara, goteando el suelo como una cancioncilla de tonada extraña. Con cada gota que llegaba a sus labios ella bebía desesperada, para evitar la resequedad y poder hablar pero eran las menos. Gritó pidiendo auxilio pero tardaron eones en acudir. Solo su pantera respondió el llamado de inmediato producto de años de entrenamiento aplicados en ambos. Desde el suelo la pantera miraba el cuerpo y veía que eso que siempre quiso estaba a su disposición. Y lame el suelo con gula, disfrutando con pequeños ronroneos el sabor de la sangre fresca. Y no deja que los humanos que venían llegando se acerquen porque no quiere que le roben, rugiendo con fuerza, espantándolos mientras ve como la sangre sigue cayendo. 
Y pasa el tiempo, mucho tiempo antes que se les ocurra dispararle un tranquilizante a la pantera y poder rescatar a la entrenadora. Esta muerta. 

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